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Las Tierras del Jiloca y Gallocanta forman una unidad
histórico-geográfica desde el siglo XII al XVIII, y en ellas se aprecia las distintas
civilizaciones que han poblado nuestro país:
Así, en la prehistoria,
desde el Paleolítico Inferior en adelante, se han hallado restos que delatan la
existencia de asentamientos de grupos humanos y algunas necrópolis.
Los celtíberos
también dejaron su huella en esta zona, y se conservan fragmentos de construcciones y
restos de poblados.
También quedan abundantes vestigios de época romana, que aparecen en las
excavaciones realizadas en diversos puntos de ambas comarcas.
Daroca se convierte en una ciudad de cierta importancia durante la
expansión del Islam en la
Península. Prueba de ello es su repetida presencia en la documentación de la época.
La incorporación al reino de Aragón durante la Alta Edad Media concede unidad política a esta zona
con capital en Daroca, que, a partir de entonces, tendrá una importancia vital en el
desarrollo de su historia.
Durante la Baja Edad
Media, se produce la separación de Daroca y el resto de aldeas, organizándose estas
últimas por su cuenta y ampliándose su número con el paso de los años.
En el Renacimiento,
la prosperidad económica de la zona es patente, salvo en aquellos sectores económicos
que quedaron afectados por la expulsión de los moriscos.
Durante el siglo XVII
el cultivo del lino convierte a Daroca en uno de los mercados más importantes de España,
aunque en otros aspectos económicos no se aprovecha la herencia positiva del siglo
anterior.
El siglo XVIII se
desarrolla bajo el trauma de la guerra de Sucesión, cuya consecuencia principal será la
desaparición con la llegada al trono de Felipe V de la autonomía municipal de Daroca y
de la comunidad de aldeas.
Durante el siglo XIX,
la guerra de la Independencia, las guerras carlistas y la desaparición de la Comunidad de
aldeas provocaron la escisión de la unidad política de la zona y numerosos problemas
sociales y económicos. Por suerte, a finales de siglo, se produjo una importante
revitalización económica de la zona.
El siglo XX, con la
industrialización y las migraciones a las grandes ciudades, coincide con una época de
grave crisis demográfica y social, planteando incluso un grave peligro de despoblación
absoluta. La actitud de sus habitantes será, sin embargo, activa y esperanzada, y, en
este marco debemos entender los recientes planes y actividades de desarrollo
rural.
Índice de las páginas de Historia:
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