Dr. José Luis Corral Lafuente (Univ. de Zaragoza)
La buena coyuntura económica del siglo XIX continuó en el siglo XX con la
inauguración del ferrocarril Valencia-Calatayud, que articulaba todo el valle del Jiloca,
y que fue un hito más en el desarrollo agrícola y comercial que propició el
establecimiento de pequeñas fábricas y prósperos comercios.
Surgió con ello una nueva clase obrera cuyos miembros se afiliaron mayoritariamente a
los nacientes sindicatos de clase y frente a ellos los patronos endurecieron sus posturas,
surgiendo así algunos conflictos.
El golpe de Estado triunfó en toda la comarca, y todos los ayuntamientos cayeron en
manos de los sublevados. La represión que siguió dejó totalmente sometida a la comarca
a los rebeldes y así quedó la situación hasta el final de la Guerra Civil.
Sin equipamientos industriales modernos, relegada a un segundo plano en el trazado de
las grandes vías de comunicación, y con una estructura política caciquil apoyada por el
régimen franquista, la comarca del Jiloca entró en una fase de decadencia económica y
demográfica que se aceleró a partir de 1960.
Entre 1960 y 1995 la comarca ha perdido dos terceras partes de su habitantes, y con una
población muy envejecida, la mitad de los pueblos están condenados a desaparecer en un
plazo de veinte años. Sólo el desarrollo rural integrado, la promoción del potencial
turístico de la comarca y la radicación de algunas industrias en Daroca y Calamocha
pueden hacer variar los negros vaticinios que ahora caen sobre la comarca.
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