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Bosques de quejigo |
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Nombre común: quejigo o rebollo El quejigo o rebollo es un roble pequeño pero robusto, de hojas pequeñas, dentadas y algo coriáceas. Es un árbol marcescente, pues sus hojas en otoño se marchitan tarde y no caen del árbol (o si lo hacen es parcialmente), permaneciendo en él hasta que son sustituidas por las nuevas en la primavera. Es resistente a los cambios bruscos de temperatura y soporta bien las heladas. Se desarrolla tanto sobre suelos ácidos como básicos, aunque prefiere estos últimos. Es una especie heliófila, pero más exigente en humedad que la encina, por lo que en esta zona suele instalarse en laderas orientadas al N y NO, hasta los 1.200 m de altitud y a partir de esta altura aparece en cualquier orientación. Por encima de esta cota tiende a sustituir a la encina, aunque es muy frecuente que se mezclen las dos especies, formando bosques mixtos. En la zona, los quejigales han sido muy castigados por el hombre debido principalmente al carboneo y leñeo que se ha practicado en épocas pasadas y a la roturación para dar paso a pastos. Su degradación ha posibilitado la entrada de la sabina y la encina en zonas de antiguos quejigales. Las principales formaciones de quejigos, en la mayoría de las ocasiones desarrollados junto con otras especies, aparecen en la Sierra de Santa Cruz (al NE de las localidades de Used y Santed), en Valdellosa (al SE de Tornos) y, especialmente, en la cuenca del Pancrudo y sierras de Herrera, Cucalón y Fonfría, entre las que podemos mencionar el de la Modorra de Bádenas.
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