Palacios y casas solariegas |
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A partir de la floreciente época del Renacimiento, los nobles y ciudadanos de la comarca se aplican a construir palacios y residencias familiares magníficas, dentro de los conjuntos urbanos, de las cuales se conservan numerosos ejemplos todavía hoy en día. En época medieval el fuero de Daroca, que constituía el marco legal en el que discurría la vida de la comarca, había prohibido explícitamente la construcción de palacios, y sólo grandes casas como los Luna, pudieron durante la Baja Edad Media soslayar la normativa.
Se trata de edificios que responden a un modelo clásico en Aragón. Suelen constar de tres plantas. En la planta calle destaca la entrada, característica por su forma arqueada, y en cuya clave se suele disponer el escudo familiar. En ella se sitúan las caballerías y la cocina, estructurada en torno al hogar. La planta segunda está destinada a la residencia familiar, y está por lo general decorada con más cuidado y nobleza. La superior -y, por tanto, menos húmeda- se destina a granero y despensa. La planta tercera destaca por su característica galería de arquillos corridos, en ocasiones enmarcados en alfiz. Por fin, del tejado en dos vertientes sobresale a la calle donde se dispone la entrada principal un alero de madera generoso, a manera de estrecho pórtico, y que, en las casas más nobles destaca por su primorosa decoración. Algunos de los palacios renacentistas y barrocos más grandes llegaron a poseer el típico patio central de las casas nobles mediterráneas. En la ciudad de Daroca se conserva el palacio de los Luna, el mejor ejemplar de la comarca. Otros palacios destacados situados en la ciudad de Daroca son el de los Terrer de Valenzuela, construido en el primer tercio del siglo XVII, el de los Gil de Bernabé, la Casa Palaciega situada en el nª 120 de la Calle Mayor, donde está la actual casa de la Diputación Provincial de Zaragoza, ambas también del XVII, la medieval residencia de los canónigos -llamada "Casa del Diablo" tras convertirse en residencia del un famoso anticlerical apodado el Diablo Royo -, o la Casa-palacio de los Amor Cruz, del XIX.
Como ejemplo de palacio cívico persisten las Casas de la Comunidad de Daroca, del siglo XVIII, y la Casa de los Soportales, donde se situaba el almudí, construidas el siglo XVII.
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