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Arte en las Tierras del Jiloca y Gallocanta

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Dr. Fabián Mañas

Castillo de Peracense

Hay una primera línea de castillos en la misma frontera con Castilla: Cimballa, Torralba de los Frailes, Odón, Pozuel del Campo, Ojos Negros, Villar del Salz y Peracense. Este de Peracense es uno de los más importantes del territorio y del que han quedado más noticias una fábrica recientemente restaurada. Situado en Sierra Menera, al lado mismo del cerro de San Ginés, ocupa un pequeño cerro de piedras sólo abatible por el este, hacia los llanos del rodeno a unos 1400 metros de altitud. Aunque el actual castillo es medieval, la utilización de los peñascos con fines defensivos es mucho más antigua; las excavaciones realizadas en los últimos años así lo han demostrado: dentro del recinto se han encontrado restos de la Edad del Bronce, ibéricos y romanos.

Este castillo de Peracens o " Pietra Solez" existía a finales del siglo XIII: se sabe que Pedro III lo utilizó en 1284 para la conquista del señorío de Albarracín. Luego parece que perteneció junto con el pueblo y su término a Juan Ximénez de Urrea hasta que en 1312 sus descendientes lo vendieron a la Comunidad de Daroca, que era la que nombraba a sus alcaides. Su papel en las guerras con Castilla fue muy importante tal vez como almacén de víveres y armamento y lugar de cobijo a defensores de otros castillos como el de Rodenas, situado en la salida del desfiladero. También sirvió de cárcel de la Comunidad.

El castillo se mantuvo en pie mucho tiempo y se utilizó durante las guerras carlistas, para quedar arruinado poco después. Hoy se halla en fase de restauración.

El castillo de Peracense está construido en la punta de un espolón, con una fuerte muralla en ángulo en los lados sur y oeste de unos 3 metros de espesor, reforzada con torreones rectangulares en la parte sur; en las laderas del norte y del este no era necesaria la muralla por ser inexpugnables. Tiene una única entrada en el extremo norte del oeste: un estrecho pasillo junto a una enorme roca y al borde del precipicio.

De planta irregular aproximándose a un cuadrilátero con eje máximo de unos 100 metros, se divide en tres recintos sucesivos y escalonados topográficamente: un recinto hacia el sur en el que estaban las caballerizas; éste se separa del siguiente por un muro más débil; situado hacia el oeste, sería la plaza de armas. De este recinto se accede al tercero, colgado sobre un peñasco; a él sólo se puede llegar a través de una estrecha puerta muy elevada mediante escalera; sobre la roca está la llamada Torre del Homenaje; a través de esta torre de gran elevación y sin estancias interiores se llega al salón principal cubierto con bóveda de cañón apuntado, comunicado con la cocina, que parece ser la residencia del alcaide. A un nivel más alto, el más alto, hay una terraza cubierta con lajas de arenisca para recoger agua de lluvia y distribuirla de forma original a tres aljibes.

Es un castillo que hay que admirar como uno de los ejemplares sobresalientes de la arquitectura militar.

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